Priscilla se debilitó, pero persisten oleaje y lluvias; Semar cerró puertos en varios estados y suspendieron clases en Los Cabos y La Paz. Vigilancia continúa.
El huracán Priscilla cambió de paso, pero no de impacto. Este miércoles 8 de octubre, el sistema se debilitó frente a la costa mexicana del Pacífico y se movió paralelo a Baja California Sur, manteniendo oleaje elevado, lluvias intensas y vientos que han obligado a la autoridad a cerrar puertos y a suspender clases en municipios clave como Los Cabos y La Paz. Reportes del SMN y despachos internacionales confirman que Priscilla osciló entre categoría 1 y 2, con trayectorias que la mantuvieron mar adentro, pero con bandas nubosas suficientemente extensas para golpear a Jalisco, Colima, Nayarit, Sinaloa y Baja California Sur.
La fotografía de hoy combina alivio —porque el ojo no impactó tierra— con precaución: El País reporta que Priscilla se degradó a tormenta tropical, a unos 315 km al sur de Cabo San Lucas, con 110 km/h de vientos sostenidos, todavía capaz de generar oleaje de hasta seis metros y lluvias fuertes que complican carreteras, zonas urbanas bajas y cauces crecidos. Las autoridades mantienen zona de vigilancia entre Cabo San Lucas y Cabo San Lázaro, mientras Protección Civil insiste en evitar playas y aguas abiertas.
En el frente marítimo, la Secretaría de Marina aplicó cierres a la navegación en varias plazas del Pacífico. Con base en comunicados y listados difundidos en medios, Cabo San Lucas quedó cerrado a embarcaciones mayores, mientras La Paz, Los Barriles, San José del Cabo, San Carlos y Bahía Magdalena restringieron embarcaciones menores; Manzanillo también aplicó cierres por deterioro de condiciones. La medida busca reducir incidentes en marinas, pesca ribereña y turismo náutico. Para la economía local implica reprogramar salidas, excursiones, y en algunos casos, arribos logísticos.
En tierra, Los Cabos y La Paz suspendieron clases y labores —y activaron refugios— ante lluvias y vientos. La CNPC detalló acciones de prevención y coordinación con Plan DN-III-E y la Marina para apoyar tareas de seguridad y auxilio; se prioriza resguardar a población en zonas de alto riesgo (laderas, márgenes de ríos) y proteger infraestructura expuesta.
¿Qué significa esto para el sector energético?
- Continuidad de suministro: los cierres de puerto y el oleaje pueden demorar abastecimientos costeros (diésel para generación de respaldo, lubricantes, insumos) y operaciones de cabotaje. Aunque no hay reportes de interrupciones masivas, el riesgo operativo aumenta cuando hay ventanas de puerto más cortas y restricciones para maniobras.
- Red eléctrica: CFE activó protocolos de emergencia meteorológica (preposicionamiento de cuadrillas y equipos) cuando Priscilla aún era tormenta/huracán frente a Jalisco–Colima–BCS. Aun con la degradación, los vientos y la humedad elevan el riesgo de caídas de árboles, descargas a tierra y fallas puntuales.
- Usuarios industriales: plantas en corredores costeros suelen pasar a modo preventivo (respaldo de UPS y generación propia), ajustar inventarios y elevar alertas de seguridad.
El sector turístico y comercial resentirá un impacto acotado pero inmediato: cancelación o reprogramación de vuelos a destinos de BCS, Nayarit y Jalisco, además de cierre temporal de playas en tramos críticos. Para la cadena energética, el aprendizaje es repetido: plan de continuidad, inventarios de seguridad y rutas alternas de suministro cuando el Pacífico se cierra por mar.
En el muy corto plazo, los modelos prevén más debilitamiento del sistema y disminución de vientos, pero todavía bandas de lluvia capaces de provocar inundaciones repentinas y deslaves en tramos serranos. El llamado a no confiarse es pertinente: el descenso en categoría no equivale a riesgo cero. Para autoridades de energía y protección civil, el foco seguirá en restaurar servicios, reabrir puertos con seguridad y levantar restricciones en cuanto el oleaje lo permita.





