México reporta un alza de 1.2 % en productividad manufacturera en 2025. Buenas señales, aunque persisten riesgos por costos, importaciones y baja demanda global.
En un panorama industrial cargado de desafíos globales, una buena noticia emerge del sector manufacturero mexicano: la productividad laboral aumentó 1.2 % durante el primer semestre de 2025, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Este crecimiento, medido como la relación entre producción y número de horas trabajadas, refleja un avance significativo si se considera que 2024 cerró con estancamiento en este indicador. A nivel nacional, la manufactura sigue siendo el mayor generador de empleo formal con más de 8.5 millones de trabajadores, y representa casi 17 % del PIB nacional.
Sectores como alimentos y bebidas, metalmecánica, productos químicos y componentes electrónicos impulsaron esta alza. Especialistas en economía industrial como Luis Fonserrada destacan que “la profesionalización de las plantillas, los procesos automatizados y el enfoque en calidad han elevado la productividad, incluso sin grandes crecimientos en inversión”.
Sin embargo, no todo es optimismo. La Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) advirtió que este repunte podría ser temporal si no se resuelven las presiones por alza de costos logísticos, combustibles, insumos importados y tipos de cambio. “Hay empresas operando al límite, ganando eficiencia con reducción de plantilla o jornadas ampliadas, lo cual no siempre es sostenible”, señaló el organismo.
Además, el crecimiento de la productividad no se ha reflejado proporcionalmente en salarios. Según el IMSS, el salario promedio en manufactura creció 6.5 % anual, pero sigue por debajo del ritmo inflacionario en algunos estados.
Desde el punto de vista regional, Querétaro, Nuevo León, Puebla y Coahuila son los líderes en productividad por trabajador, gracias a su especialización en industrias de alto valor agregado como autopartes, aeroespacial, dispositivos médicos y electrónica. En contraste, entidades del sur-sureste muestran cifras estancadas o incluso negativas, con alta informalidad y dependencia de maquila tradicional.
En un entorno donde el nearshoring es palabra clave, las empresas están siendo más exigentes en sus procesos internos. “Invertimos más en software MES, digitalización de líneas, y capacitación en habilidades técnicas. Eso nos ha permitido elevar output sin aumentar nómina”, explicó Arturo Valdés, gerente de planta en Tlaxcala.
No obstante, si no se activa una política industrial más robusta —que incentive la tecnología, reduzca carga fiscal y fomente innovación— el avance podría agotarse pronto.
El crecimiento en productividad es una señal positiva, pero no necesariamente permanente. La clave será convertirlo en una tendencia estructural, no un rebote puntual.





