La industria manufacturera de México se contrajo cerca de 3 % anual en septiembre, acumulando siete meses a la baja y encendiendo alarmas para el sector.
La manufactura mexicana enfrenta una señal de alarma: según datos preliminares del INEGI, la actividad industrial del país registró una contracción de cerca de 3.0 % anual en septiembre de 2025. Este resultado se une a una racha de siete meses consecutivos de caída en el sector secundario, que incluye la industria manufacturera, lo cual intensifica los temores sobre la sostenibilidad de la recuperación industrial mexicana.
De hecho, el indicador oportuno del IGAE (Indicador Global de la Actividad Económica) reportó que las actividades secundarias podrían haber caído entre 2.7 % y 3 % anual en agosto y septiembre respectivamente. Mientras tanto, la economía general del país apenas creció 0.1 % mensual, un respiro mínimo que no basta para volver a terreno positivo en términos anuales.
Para la manufactura, el golpe no es solo estadístico, sino operativo. Plantas de autopartes, metal‑mecánica, textil y otros subsectores reportan menores órdenes, retrasos logísticos, presión de importaciones y costos crecientes de electricidad, transporte y materiales.
“Estamos viendo que el escenario de nearshoring que tanto se promocionó está tardando en traducirse en volumen de producción”, señala el analista industrial X. “Y en tanto la industria exportadora no levante, el impacto se verá en el empleo y la inversión”.
Desde el gobierno, la estrategia es revertir esta tendencia mediante el “Plan México para la Nueva Industria” y una política de incentivos. Pero para muchos industriales, el tiempo apremia. La caída prolongada afecta no solo los resultados trimestrales, sino la credibilidad del país como plataforma industrial competitiva.
Una de las áreas más afectadas es el sector automotriz, donde la falta de ciertos componentes, aranceles estadounidenses, y la competencia regional están generando un entorno más hostil. Si la industria automotriz se enfría, arrastra a toda la cadena de proveedores, logística y servicios.
En resumen, la manufactura mexicana se encuentra en un punto de inflexión: si no logra revertir la caída pronto, podría entrar en un ciclo de bajo crecimiento prolongado. Y para un país que apuesta al industrial‑exportador como motor, esta realidad demanda atención inmediata.





