México se convierte en el Hub de GNL clave para Asia, reexportando gas estadounidense. El reto: la baja capacidad de almacenamiento (2.4 días) y el desabasto en el Sur-Sureste.
México se está consolidando rápidamente como el Hub de Gas Natural Licuado (GNL) más importante de América del Norte, aprovechando su ubicación geográfica privilegiada y su robusta infraestructura de gasoductos conectados a Estados Unidos. La estrategia es clara: importar gas natural barato de Texas, licuarlo en terminales construidas en sus costas (Pacífico y Golfo) y reexportarlo a los lucrativos mercados de Asia (principalmente Japón y Corea del Sur) y Europa.
Sin embargo, esta conversión de México en un “país de tránsito” para el GNL ha expuesto una profunda fractura energética interna: mientras el norte y la costa se benefician de la infraestructura de exportación, el vital sur-sureste del país sigue sufriendo de un acceso limitado y no competitivo al gas natural, un cuello de botella que amenaza con frenar el desarrollo industrial prometido por el proyecto del Corredor Interoceánico y el nearshoring.
La Explosión de las Terminales de Exportación
Los grandes proyectos de licuefacción, como el de Sempra Infrastructure en la costa del Pacífico (Sinaloa/Baja California) y las inversiones en el Golfo de México, marcan una nueva era. Estas terminales, impulsadas por la abundancia de gas de esquisto estadounidense, están diseñadas para transformar el gas de los ductos en GNL (enfriándolo a −162∘C) para cargarlo en buques metaneros. México, de ser un importador neto para consumo interno, se convierte en un actor clave en la geopolítica global del gas.
Este desarrollo es un win-win para los inversores, pero plantea un riesgo crítico para la seguridad energética nacional: la dependencia casi total de las importaciones de gas natural estadounidense. México importa aproximadamente el 75% de su consumo total de gas, un combustible esencial que genera más del 60% de su electricidad. Una interrupción o escasez en el lado estadounidense (como la que ocurrió por la helada de Texas en 2021) podría paralizar al país.
El Desafío Olvidado: El Sur-Sureste sin Gas
El clamor del sector industrial se centra en la falta de infraestructura de transporte y almacenamiento para llevar el gas al sur-sureste. Estados como Oaxaca, Chiapas y Yucatán, a pesar de su potencial de desarrollo, no pueden atraer grandes inversiones manufactureras porque no tienen gas natural o lo obtienen a precios prohibitivamente altos, lo que les obliga a depender de combustibles más contaminantes y costosos, como el diésel y el combustóleo.
Para mitigar este riesgo interno, el gobierno ha acelerado los planes para expandir la red de gasoductos hacia el sur-sureste y, más críticamente, para desarrollar proyectos de almacenamiento estratégico de gas natural. Actualmente, México solo cuenta con una capacidad de almacenamiento de gas para aproximadamente 2.4 días de consumo, una cifra alarmantemente baja comparada con países europeos que superan los 90 días. Se ha reactivado el interés por usar campos petroleros agotados como depósitos naturales de gas (como el Campo Brasil), un proyecto crucial para la seguridad energética ante cualquier contingencia geopolítica o climática.
La dualidad de México como exportador de gas a Asia y región con déficit interno es el tema energético más complejo y sensible de la actualidad. El éxito del nearshoring y el equilibrio de la matriz energética dependerán de la capacidad de México para resolver su propia distribución interna, antes de convertirse por completo en el gran gasolinero de Norteamérica para el mundo.





