El uso masivo de combustibles fósiles en México genera millones de partículas contaminantes PM2.5 que, tras su envejecimiento en el aire, provocan enfermedades pulmonares graves. Urge una política pública preventiva ante los crecientes costos humanos y sanitarios.
En México se generan diariamente más de 1.1 millones de toneladas de CO₂ equivalente, resultado directo del uso intensivo de combustibles fósiles. Este problema no solo impacta al medio ambiente, sino que también se convierte en un grave riesgo de salud pública, especialmente en zonas metropolitanas con alta concentración de contaminantes.
Pese a los avances en monitoreo ambiental y a las incontables propuestas sobre calidad del aire, la política pública sigue siendo reactiva y no preventiva. La falta de acceso a medicamentos y la escasa cultura de prevención agravan el problema. Entre las principales amenazas a la salud destacan las enfermedades respiratorias crónicas como la EPOC, cuyos tratamientos pueden alcanzar costos de hasta 300 mil pesos por paciente al año.
Un estudio publicado en Science Advances revela que las partículas contaminantes PM2.5, generadas por motores de combustión, se vuelven aún más tóxicas tras su envejecimiento atmosférico, dañando severamente el sistema respiratorio humano. La exposición prolongada provoca citotoxicidad, genotoxicidad, inflamación y estrés oxidativo, efectos agravados en personas con sistemas inmunológicos comprometidos, mala alimentación o antecedentes de COVID-19.
Aplicado al contexto mexicano, el estudio estima que una persona en la CDMX inhala diariamente 174 millones de partículas PM2.5, mientras que en Monterrey y Guadalajara esta cifra asciende a 225 y 255 millones respectivamente, solo por gasolina. No se incluyen otras fuentes como el diésel, gas natural o turbosina.
Según el INEGI, las enfermedades respiratorias obstructivas ya ocupan el noveno lugar entre las principales causas de muerte en México, afectando principalmente a mujeres. El 10 % de la población ya presenta algún grado de EPOC, y se estima que esta cifra crecerá sin políticas públicas efectivas que frenen el uso de combustibles fósiles.
El estudio también concluye que la exposición a partículas PM2.5 envejecidas aumenta significativamente el riesgo de cáncer pulmonar. Ante ello, urge implementar políticas de prevención sanitaria enfocadas en zonas urbanas de alta contaminación. Sin una estrategia clara, México enfrentará costos sanitarios insostenibles en las próximas décadas.
¿Qué estamos esperando? ¿Un colapso del sistema respiratorio colectivo? La salud preventiva debe ser prioridad nacional antes de que respirar se vuelva un lujo.