Un posible cierre del Estrecho de Ormuz por parte de Irán podría disparar los precios del petróleo, generar escasez de suministro global y elevar el precio de la gasolina en México, afectando economías dependientes del crudo como China y la Unión Europea.
El Estrecho de Ormuz, un paso angosto de apenas 39 kilómetros de ancho en su punto más estrecho, concentra uno de los mayores riesgos geopolíticos del siglo XXI. Por él transita aproximadamente una quinta parte del petróleo que se consume diariamente en el mundo. Cualquier alteración en su funcionamiento, y más aún un cierre total, tendría repercusiones inmediatas en los precios del crudo, las cadenas de suministro energético y la estabilidad económica global.
Ante el resurgimiento de las tensiones entre Irán y potencias occidentales —y el creciente involucramiento de actores regionales como Israel y Arabia Saudita—, Teherán ha dejado abierta la posibilidad de cerrar el Estrecho de Ormuz como respuesta a presiones militares o sanciones económicas. Esta advertencia no es nueva, pero el contexto actual la vuelve más creíble y peligrosa.
Si Irán cumpliera con esta amenaza, el impacto sería inmediato: más de 17 millones de barriles diarios de crudo dejarían de fluir a través del Golfo Pérsico hacia mercados clave como China, India, Japón, Corea del Sur y Europa. Además, se vería comprometido el tránsito de gas natural licuado (GNL), particularmente el proveniente de Qatar, segundo mayor exportador mundial.
¿Qué pasaría en el mercado petrolero global?
Los precios del crudo se dispararían. Algunos analistas estiman que el Brent podría superar los 130 dólares por barril en cuestión de días si el cierre es total. El aumento no respondería solamente a la escasez física de crudo, sino también al nerviosismo de los mercados, la especulación y el incremento en los costos de transporte y seguros para otras rutas.
China y la disrupción energética
China, el mayor importador de petróleo del mundo, sufriría un golpe directo. Alrededor del 40% de su crudo proviene del Golfo Pérsico y transita por Ormuz. Una interrupción repentina obligaría a China a recurrir a sus reservas estratégicas y buscar alternativas con Rusia o África, pero los precios más altos impactarían su industria, inflación y crecimiento.
Europa también quedaría expuesta
La Unión Europea, aún afectada por la reducción de gas ruso desde la guerra en Ucrania, enfrenta una transición energética incompleta. El cierre de Ormuz limitaría el suministro de GNL de Qatar y elevaría los precios del gas en Europa, afectando tanto a consumidores como a la industria pesada.
¿Y México?
Aunque México produce petróleo, depende ampliamente de las importaciones de gasolina, diésel y otros refinados, en especial desde Estados Unidos. Un alza en el precio del crudo encarecería los combustibles importados. Si el Brent supera los 100 o 120 dólares, los costos logísticos y de refinación también subirán, y eventualmente el precio al consumidor en México se verá afectado.
La gasolina podría aumentar incluso si el gobierno decide mantener los estímulos fiscales, lo que tendría un efecto directo en las finanzas públicas. El impacto en el transporte, la inflación y la cadena de suministros sería inevitable.
Además, Pemex tendría una presión doble: mayores ingresos por exportación, pero también mayores costos por importación y operación. En un escenario de conflicto prolongado, México necesitaría redefinir su política energética y de subsidios.
El Estrecho de Ormuz es mucho más que un canal marítimo: es una arteria del sistema energético global. Un cierre, incluso temporal, tendría efectos inmediatos y sistémicos en todo el mundo. Para países como México, que dependen del mercado internacional de combustibles, los próximos días y semanas podrían traer nuevos desafíos. Estar preparados, tanto a nivel gubernamental como empresarial, es más urgente que nunca.