El conflicto entre Estados Unidos e Irán eleva la tensión geopolítica global, con efectos inmediatos en el precio del petróleo. Expertos analizan su impacto en México, destacando riesgos económicos, dependencia energética y la falta de infraestructura estratégica.
La reciente escalada del conflicto entre Estados Unidos e Irán ha generado preocupación internacional, no solo por sus implicaciones políticas y militares, sino por sus efectos potenciales en el sector energético global. En Panorama Energético, se reunieron dos reconocidos especialistas, Gonzalo Monroy, director general de GMEC, y Arturo Carranza, director de proyectos de energía en AKZA Asociados, para analizar a fondo los escenarios que podrían derivarse de esta confrontación y su impacto en México.
Riesgo geopolítico y precios del petróleo
Desde el ataque de Israel a Irán el pasado 10 de junio y la posterior respuesta de Estados Unidos, el precio del petróleo ha registrado un aumento del 10%. El Brent ronda actualmente los 77 dólares por barril, una cifra que, si bien es moderada, refleja el nerviosismo de los mercados. Como explica Carranza, el comportamiento de los precios dependerá de la respuesta que Irán decida tomar: si es limitada, los precios se mantendrán en niveles actuales; si escala en intensidad, podrían superar los 80 dólares e incluso alcanzar los 100 en escenarios extremos.
Monroy matiza que, hasta ahora, la respuesta de Irán ha sido contenida, sin afectar de forma significativa su infraestructura energética ni la de sus vecinos. A pesar de la retórica amenazante, el Estrecho de Hormuz —por donde transita el 25% del petróleo global— no ha sido cerrado. “El Ayatolá Jameneí no ha autorizado su cierre, aunque el parlamento iraní lo ha propuesto”, señala.
Además, Irán ha movido estratégicamente alrededor de 85 tanqueros hacia su principal cliente, China, quien posee reservas suficientes para sostener su consumo por 77 días. Esta maniobra permite a Irán seguir generando ingresos vitales para su economía, mientras se mantiene en el tablero internacional sin cruzar líneas rojas.
Impacto para México: entre oportunidad e incertidumbre
Para México, un incremento en los precios del crudo tiene un doble filo. Por un lado, eleva los ingresos por exportación de petróleo. Por otro, encarece la importación de combustibles, especialmente gasolina y diésel. “No salen las cuentas”, resume Carranza, al señalar que el país importa más del 70% de los combustibles que consume.
Este desbalance estructural se agrava por la limitada capacidad de almacenamiento de México. Mientras potencias como China tienen reservas para meses, México cuenta apenas con inventarios para dos días. “Nuestra infraestructura de almacenamiento no ha cambiado desde 2019”, advierte Monroy, lo que deja a la economía mexicana expuesta ante interrupciones del suministro o incrementos abruptos en los precios internacionales.
La lección para el gobierno y el sector energético es clara: se necesita una política robusta de almacenamiento y una estrategia para incentivar la producción nacional de gas y petróleo. “Precios altos del crudo son una oportunidad para impulsar nuevas inversiones en exploración y producción”, señala Carranza. Pero la incertidumbre regulatoria y la falta de incentivos están deteniendo esos proyectos.
¿Qué hay del ofrecimiento ruso?
En medio del conflicto en Medio Oriente, una inesperada oferta del gobierno ruso sacudió la conversación energética en México. A través de su embajada, Rusia propuso suministrar gas LP y tecnología para el procesamiento de hidrocarburos.
Gonzalo Monroy lo califica como “hilarante”. Rusia enfrenta sanciones económicas internacionales y sus precios no son competitivos frente a los del gas natural que México importa desde Estados Unidos. A esto se suma que el ofrecimiento se hizo entre gobiernos, sin participación de empresas como Gazprom o Rosneft, lo que sugiere más un gesto político que una intención comercial viable.
Carranza, por su parte, interpreta esta oferta como parte del reacomodo global ante una política comercial agresiva por parte de Estados Unidos. “Es un guiño de Rusia para mostrar que hay otras opciones, pero en términos reales, no es viable”, concluye.
Vulnerabilidad estructural y decisiones urgentes
El conflicto entre Estados Unidos e Irán ha vuelto a poner sobre la mesa la vulnerabilidad de países como México ante los vaivenes geopolíticos del mercado energético. La dependencia de importaciones, la falta de reservas estratégicas y la falta de claridad en la política energética nacional son puntos débiles que deben atenderse.
Los expertos coinciden: si bien el riesgo de una escalada aún no se ha materializado, las condiciones están dadas para que un incidente en el Estrecho de Hormuz o una reacción más agresiva de Irán tenga consecuencias globales. Y México, por su cercanía con Estados Unidos y su exposición al comercio internacional de combustibles, no está al margen de esas consecuencias.
En un entorno de alta volatilidad, el país necesita claridad estratégica, inversiones en almacenamiento, y un marco regulatorio que incentive la producción interna. Solo así podrá enfrentar los desafíos de un mundo energético cada vez más complejo y geopolíticamente inestable.