Habitantes de Jilotepec retienen dos mega-reactores de Pemex para exigir seguridad e infraestructura; el bloqueo afecta gravemente la operación de la refinería de Tula.
Desde hace cinco meses, dos mega-reactores de más de 500 toneladas cada uno permanecen retenidos en el municipio de Jilotepec, Estado de México, como parte de una protesta encabezada por ejidatarios y autoridades locales. La manifestación exige mayor seguridad, obras públicas y soluciones al transporte ante el incremento de violencia y extorsiones en la región.
Los equipos, esenciales para la modernización de la Refinería Miguel Hidalgo en Tula, Hidalgo, fueron fabricados en la India por Larsen & Toubro y adquiridos por PTI Infraestructura, filial de Pemex. Tras un viaje de casi 14 mil kilómetros por mar hasta el puerto de Altamira, llegaron al país hace más de un año, pero se encuentran varados a solo 60 km de su destino final: uno en Encinillas y otro cerca de Calpulalpan, Tlaxcala.
A pesar de múltiples reuniones entre representantes gubernamentales y la comunidad, el presidente municipal priista Rodolfo Noguez Barajas se ha negado a liberar el paso, utilizando los reactores como instrumento de presión social. Pemex ha señalado que el proyecto no tiene relación directa con las demandas locales, pero reconoce que el bloqueo ha provocado retrasos operativos y económicos significativos.
Los mega-reactores están diseñados para mejorar la calidad del combustible, reducir el azufre y disminuir la producción de combustóleo. Sin ellos, la refinería de Tula opera solo al 64 % de su capacidad, mientras que plantas similares en EE. UU. alcanzan el 90 %. Además, la refinería mexicana produce un 35 % de combustóleo, frente al 1 % en Estados Unidos, lo que refleja su rezago tecnológico.
La retención de estos equipos no solo representa un problema logístico para Pemex, sino una alerta sobre el impacto de los conflictos sociales no resueltos en los megaproyectos energéticos del país.