Pemex enfrenta una crisis operativa por adeudos con proveedores que superan los 400 mil millones de pesos. La AMESPAC advierte que muchas empresas dejarán de operar en julio si no se liberan pagos pendientes y se garantiza la continuidad financiera.
Durante meses, hemos venido alertando en este espacio sobre una bomba de tiempo: los adeudos crecientes de Pemex con sus proveedores. Hoy, esa advertencia ha dejado de ser una hipótesis. La Asociación Mexicana de Empresas de Servicios Petroleros (AMESPAC) ha lanzado una señal de alarma clara y contundente: si no se atiende de forma inmediata el rezago en los pagos, cientos de empresas podrían dejar de operar a partir de julio de este año.
¿La razón? Una deuda acumulada de 404 mil millones de pesos, un recorte presupuestal sin precedentes del 66% para 2025, y un sistema administrativo (COPADE) que obstaculiza la facturación incluso de servicios ya prestados y certificados. Es decir, Pemex no solo no paga, sino que ni siquiera permite facturar lo que ya se hizo, lo que hace que deuda sea mayor que la reconocida oficialmente por la petrolera nacional.
El resultado es devastador: solo 26 de los 59 equipos de perforación que estaban activos en 2024 operan hoy. La producción nacional de hidrocarburos, que ya enfrenta un estancamiento estructural, ahora está bajo amenaza directa.
Y lo que es aún más grave: este deterioro no es una consecuencia imprevista, es una negligencia progresiva. Desde hace más de un año, analistas, cámaras empresariales, medios y líderes del sector han venido advirtiendo lo mismo: si Pemex sigue acumulando deudas y maltratando a su cadena de suministro, tarde o temprano los proveedores van a colapsar. Pues bien, ese momento llegó.
AMESPAC, que representa a una parte significativa del músculo técnico de la industria, lo deja claro: las empresas no pueden seguir operando sin flujo de caja. Muchas ya enfrentan adeudos con antigüedad de hasta 12 meses. Algunas han tenido que reducir personal, otras están al borde del cierre, y varias ya detuvieron operaciones por completo.
En su desplegado, AMESPAC no solo expone la gravedad de la situación, también propone una ruta razonable:
- Reconocer y liberar la facturación pendiente de 2024.
- Garantizar pagos regulares en 2025.
- Establecer un programa para liquidar adeudos históricos.
Estas tres acciones no requieren más que voluntad política y compromiso con la viabilidad del sector energético nacional. No se trata de “rescatar” a privados, como algunos argumentarán desde una narrativa simplista, sino de preservar la operación básica de la industria petrolera mexicana, sin la cual no hay seguridad energética ni soberanía que valga.
Es insostenible pretender que Pemex siga operando mientras deja morir de inanición a las empresas que hacen posible su funcionamiento diario: las que perforan, mantienen equipos, suministran materiales y ejecutan servicios especializados.
Esta situación exige una reacción inmediata del gobierno federal, particularmente de la presidenta Claudia Sheinbaum, del secretario de Hacienda Édgar Amador y de la secretaria de Energía Luz Elena González. También interpela al nuevo director de Pemex, Víctor Rodríguez Padilla, cuya primera prueba de fuego no será técnica ni productiva, sino financiera y moral.
Ignorar esta crisis será condenar a Pemex a un colapso operativo. No se puede perforar, transportar ni refinar sin proveedores. Y si Pemex pierde su cadena de suministro, pierde su capacidad operativa.
Lo advertimos antes. Hoy, ya es una realidad.