México puede convertirse en potencia exportadora de gas natural licuado (GNL) por su ubicación estratégica, aunque enfrenta retos de seguridad y certidumbre jurídica.
– Redacción / Miranda Intelligence
Aunque hace unos años no se escuchaba hablar de gas natural licuado (GNL) en México, nuestro país podría colocarse entre los principales exportadores de esta versión comprimida del gas natural gracias a su particular situación geográfica, para finales de la década. A esto apunta, en entrevista, Eduardo Prud’homme, consultor en temas de regulación y mercados energéticos. Y esto no es un tema menor. Por un lado, es un mercado en crecimiento: en su último informe LGN Outlook 2025, la empresa petrolera Shell pronostica que la demanda mundial de gas natural licuado (GNL) aumentará hasta en un 60% para 2040.
Por otro lado, además de lo económico, tiene implicaciones ambientales (por ejemplo, contribuye a que se use menos carbón —que es mucho más contaminante que el gas natural— en países asiáticos); y políticas (dota de opciones a países europeos que hoy lo compran a Rusia, con una participación de 40% en las importaciones de ese combustible en 2021).
Pero ¿qué es el GNL?
Es gas natural que ha sido enfriado a aproximadamente -162 °C para llevarlo a estado líquido, lo que facilita su almacenamiento y transporte sin necesidad de pasar por gasoductos.
A diferencia del gas natural en estado gaseoso, cuyo transporte se encuentra limitado a gasoductos, el GNL es una alternativa más versátil pues puede exportarse por diversos medios, especialmente mediante buques. De hecho, basta un solo barco que transporte GNL para mover, en una sola carga, el equivalente a 600 barcos de gas natural sin licuar.
Aunque el primer buque con GNL como carga zarpó de Luisiana hacia Inglaterra en 1959, el mercado del combustible como lo conocemos hoy es, esencialmente, nuevo. La invasión de Rusia a Ucrania en febrero de 2022 marcó un parteaguas en la industria del GNL al consolidarla como un mercado verdaderamente global. Así, este combustible permitió reducir la dependencia europea de gas ruso a menos de 15% en 2023 (incluyendo gas importado por ductos y GNL).
El reciente auge en la producción estadounidense de gas natural ha permitido la consolidación de América del Norte como el proveedor esencial de GNL para los mercados europeos. Mientras que en 2021 (año inmediatamente anterior al inicio del conflicto en Ucrania) los envíos de GNL estadounidense a Europa ascendieron a 18.9 mil millones de metros cúbicos (MMmc), para 2023 se incrementaron a 56.2 MMmc: un crecimiento de casi 200% en dos años.
De acuerdo con estimaciones de la Agencia de Información Energética del Departamento de Energía de Estados Unidos (EIA, por sus siglas en inglés), entre 2024 y 2028 las nuevas inversiones en infraestructura de GNL en América del Norte duplicarán la capacidad exportadora de la región al pasar de 11.4 MMpcd a 24.4 MMpcd.
El papel de México en el desarrollo de la industria del GNL
México juega un papel central en el desarrollo de la industria del GNL al contar con una ubicación geográfica privilegiada en América del Norte con acceso a los mercados asiáticos por el Pacífico y los europeos por el Atlántico. “La ventaja de México radica en su ubicación geográfica. Si se desarrollan instalaciones en la costa del Pacífico, estarías ahorrando tiempo y costos en comparación con el cruce del Canal de Panamá, que actualmente cobra tarifas muy altas”, señala Eduardo Prud’homme, quien fue jefe de la Unidad de Planeación Técnica y de Revisión Tarifaria del Centro Nacional de Control del Gas Natural (CENAGAS) en México.
Destacan los proyectos de GNL en Puerto Libertad, Sonora, así como Energía Costa Azul, en Ensenada, Baja California, prevista para entrar en operaciones en la primavera de 2026 con una inversión estimada de 2 mil millones de dólares. Ambas inversiones permitirán exportar GNL norteamericano para atender la demanda de los mercados asiáticos. En el golfo de México destaca la planta de GNL de Altamira que representó una inversión de 900 millones de dólares. Con todos estos proyectos, México podría alcanzar cifras de exportación de GNL suficientes para colocarse entre los principales países exportadores a nivel global.
Oportunidades en el corto plazo
De cara al próximo invierno, Europa enfrenta el reto de reabastecer sus inventarios de gas natural. Al 22 de marzo de 2025, la Unión Europea contaba con inventarios equivalentes al 33.9% de su capacidad de almacenamiento, comparado con 59.2% en la misma fecha del año anterior.
De acuerdo con Daniel Yergin y Madeline Jowdy de S&P Global, “el crecimiento futuro probablemente dependerá de una gama diversa de socios europeos y asiáticos, compensando la pérdida del gas ruso por gasoducto y GNL, beneficiándose de esta nueva e importante industria de exportación que permite a Estados Unidos suministrar de manera limpia y confiable gas natural a la economía global.”
A pesar de que el GNL tiene costos más altos que el gas natural transportado por ducto, el mercado europeo de este combustible ha regresado a niveles de precios similares a los existentes antes de la invasión a Ucrania. El 24 de marzo de 2025 el índice de referencia de gas natural europeo se ubicó en 41.4 euros por megawatt/hora, un nivel no visto desde el primer semestre de 2021. Esto, en el fondo, refleja la consolidación del GNL como una alternativa viable tanto en términos técnicos como económicos.
Para México, este nuevo contexto global abre una serie de posibilidades en el desarrollo de infraestructura de alto valor agregado en ambas costas con una derrama económica importante en términos de empleo, por ejemplo, durante su construcción. Sin embargo, el país debe atender retos importantes en materia de Estado de derecho, seguridad física y certidumbre jurídica para capitalizar a cabalidad las oportunidades en el mercado de GNL.
“Nunca ha habido barreras regulatorias. Estamos estrenando un marco regulatorio y, antes de eso, el sector energético era abierto. Las barreras principales son los permisos de exportación e importación, que siempre se han utilizado como moneda de cambio en la política energética. Aunque no ha habido barreras estrictas, el gobierno ha asumido un rol más activo, especialmente desde 2018, y los proyectos ahora requieren la aprobación del gobierno”, finaliza Prud’homme.